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25.11.09

Las 5 batallas más sangrientas de la Antigüedad

Post dedicado a alguien que me ha animado a desHerodotizarme


Los blogs son como cualquier otro medio de comunicación. Por ello, la mejor forma de aumentar su notoriedad es recurrir a dos argumentos siempre efectivos, el sexo y la sangre. Como lo primero me dá un poco de pereza, vamos a centrarnos hoy en algo bien sangriento: El ránking de las batallas con más bajas de la Antigüedad.

Para darle un poco más de interés, avanzaremos en sentido ascendente...




5. La Batalla de Platea (479 aC)

  • Si en Salamina Jerjes ya vió que los griegos eran del tipo brutote, en Platea le quedó 100% clarito. Por suerte para él, ya había tomado las de Villadiego, regresando a la comodidad de su Imperio Persa, y le dejó el pastelito envenenado a su 2º de a bordo, Mardonio. Este pudo ver durante un rato (hasta que le curaron el dolor de cabeza para siempre) como 51.000 de sus soldados eran hechos trizas por las tropas griegas, que por una vez y sin que sirviera de precedente, habían aunado esfuerzos y combatido juntas.

4. La Batalla de Magnesia (190 aC)

  • Que los Cornelios Escipiones eran unos militares de primer nivel lo sabía todo el mundo excepto Antíoco III, eufemísticamente llamado el Grande, de la Dinastía Seléucida. En esta batalla los romanos pasaron por encima de 53.000 de sus soldados y no frenaron hasta garantizarse el control de Grecia y asegurarse la estabilidad de la inestable Asia Menor.

3. La Batalla de Gaugamela (331 aC)

  • 53.000 persas cayeron en esta batalla, cuya ubicación exacta desconocemos pero que cabe situar en algún lugar del Norte del Irak. Alejandro Magno y sus tropas macedonias inflingieron una derrota determinante al ejército persa, que propició su caída. El propio rey de los persas hubo de poner piés en polvorosa para no acabar bajo las pezuñas de Bucéfalo. A partir de este momento, Alejandro inició su camino hacia el horizonte...


2. La Batalla de Cannas (216 aC)


1. La Batalla de Arausio (105 aC)

  • Uno de los personajes más odiosos de la historia romana, Servilio Cepión, condujo a sus tropas a la peor derrota de su historia, quizás no por sus consecuencias pero sí cuantitativamente. 80.000 soldados romanos dejaron la vida en la actual Provenza francesa. Sus cuerpos insepultos fertilizaron unas tierras que durante años ofrecieron a sus agricultores unas cosechas excelentes... Lo positivo de esta derrota fue que propìció una auténtica revolución en el ejército romano, auspiciada por Cayo Mario...









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23.11.09

¿Se puede saber qué es lo que buscaban los persas en Grecia?




Primeras horas tras la batalla de Platea. Los griegos se toman un respiro, y contemplan victoriosos el campo de batalla. La derrota del general persa Mardonio, lugarteniente del rey Jerjes, y de sus tropas ha sido total.

Pausanias, el general espartano al mando del ejército griego, visita el campamento persa, donde se regocija contemplando sus muchas riquezas. Entre ellas destaca el ajuar de Jerjes, su vajilla, platos y lujosas copas, que este había dejado a Mardonio, supongo para que celebrara de forma adecuada una hipotética victoria en Grecia.

La reacción de Pausanias ante tanta riqueza es muy característica de la forma de pensar de los lacedemonios...
LXXXII. Entonces corre la fama de que pasó un caso notable: dícese que al huir Jerjes de la Grecia, había dejado su propia recámara para el servicio de Mardonio. Viendo Pausanias aquel magnífico aparato, aquella tan rica repostería de vajilla de oro y plata, aquel pabellón adornado con tantos tapices y colgaduras de diferentes colores, dio orden a los panaderos, reposteros y cocineros persas de prepararle una cena al modo que solían prepararla para Mardonio. Habiendo ellos hecho lo que se les mandaba, dicen que pasmado entonces Pausanias de ver allí aquellos lechos de oro y plata de tal suerte cubiertos, aquellas mesas de oro y plata asimismo, aquella vajilla y aparato de la cena tan espléndido y brillante, mandó a sus criados que le dispusiesen una cena a la Lacónica, para hacer mofa y escarnio de la prodigalidad persiana. Y como la diferencia de cena a cena fuese infinita, Pausanias con la risa en los labios iba mostrando a los generales griegos llamados al espectáculo una y otra mesa, hablándoles así al mismo tiempo: «Llamaros he querido, ilustres griegos, para que vieseis por vuestros ojos la locura de ese general de los medos, que hecho a vivir con esa profusión y lujo, ha querido venir a despojar a los Lacones, que tan parca y miserablemente nos tratamos.» Así se dice que habló Pausanias a los jefes griegos.
Heródoto. Historia. Libro IX.

... en otras palabras, viendo el lujo de los manjares persas, y la austeridad de las viandas espartanas, Pausanias no podía más que preguntarse: ¡Pero qué narices andaban estos persas buscando en Grecia!!!



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5.11.09

Sobre la batalla de Platea y la piedad de los griegos



Una de las cosas que más satisfacía a los griegos era mirar por encima del hombro a todo aquel no griego, ya fuese de Occidente, como ahora un romano, o de Oriente, como los persas. El griego asumía que la helénica era una civilización superior, tanto en lo cultural como en lo social. Todo aquel fuera de ese ámbito geográfico era etiquetado como un "bárbaro", como alguien inferior, muy al estilo de la irritante altivez con que los británicos de clase alta miran a sus vecinos del continente.

Pues bien, para ilustrar este hecho os traigo un extracto de la Historia de Heródoto, relativo a la victoria griega en la Batalla de Platea. Os pongo en antecedentes: El comandante espartano Pausanias está disfrutando de los primeros momentos de calma, tras haber derrotado al enemigo persa... el vencido general Mardonio yace muerto en tierra junto a miles de sus soldados... este hecho nos recuerda que años antes, este mismo Mardonio fue quien venció a Leónidas en el paso de las Termópilas, y posteriormente mandó ultrajar su cadáver, cortándole la cabeza y clavándola en una pica para escarnio público... recordado esto, os dejo con el texto de Heródoto, y así entendereis por qué os digo que los griegos veían a los demás como bárbaros...


LXXVIII. Había en Platea entre los soldados de Egina un tal Lampón, hijo de Pites, uno de los principales de su ciudad; el cual, concebido un designio singularmente impío, se dirigió a Pausanias, y llegando a su presencia como para tratar un muy grave negocio, hablóle así: —«Alégrome mucho de que vos, oh hijo de Cleombroto, hayáis llevado a cabo la más excelente hazaña del orbe, así por lo grande, como por lo glorioso de ella. Gracias a los dioses que habiéndoos escogido por libertador de la Grecia, han querido que fuerais el general más ilustre de cuantos hasta aquí se vieron. Me tomaré con todo la licencia de preveniros que falta algo todavía a vuestra empresa. Haciendo lo que os propondré, elevaréis al más alto punto vuestra gloria, y serviréis tanto a la Grecia, que con ello lograréis que en el porvenir no se atreva a ella bárbaro alguno con semejante insolencia y desvergüenza. Bien sabéis cómo allá en Termópilas, ese Mardonio y aquel otro Jerjes pusieron en un palo a Leonidas, cortando la cabeza a su cadáver. Si vos ahora volviereis, pues, el pago al difunto Mardonio, lograréis sin duda que todos vuestros espartanos y aun los demás griegos todos os colmen de los mayores elogios; pues empalado por vos Mardonio, quedará bien vengado vuestro tío Leonidas.» De esta suerte pensaba Lampón con lo que decía lisonjear y dar gusto a Pausanias; pero éste le respondió en la siguiente forma:
LXXIX. «Mucho estimo, caro egineta, tu buena voluntad y ese cuidado que te tomas de mis asuntos, si bien debo decirte que tu consejo no es el más cuerdo ni atinado. Por la acción que acabo de cumplir, a mí y a mi patria nos ensalzas hasta las nubes, y con tu aviso nos abates tú mismo a la mayor ruindad, queriendo nos ensangrentemos contra los muertos, pretextando que así lograría yo mayor aplauso entre los griegos con una determinación que más conviene con la ferocidad de los bárbaros que con la humanidad de los propios griegos, que abominarían en ellos semejantes desafueros. Yo te protesto que a tal precio ni quiero los aplausos de tus eginetas ni de los que como tú y como ellos piensan, contento y satisfecho con agradar a mis espartanos, haciendo lo que la razón me dicta y hablando en todo según ella me sugiere. Por lo que a Leonidas mira, ¿te parece, hombre, que así él como los que con él murieron gloriosamente en Termópilas, están ya poco vengados y satisfechos con tanta víctima como acabo yo de sacrificarles en esta matanza de tales y tan numerosos enemigos? Ahora te advierto que tú con semejantes avisos y sugestiones ni jamás te acerques a mí, ni me hables palabra en todos los días de tu vida; y puedes al presente dar gracias al cielo de que este tu aviso no te cueste bien caro.» Dijo, y el egineta que tal oyó no veía la hora de alejarse de Pausanias.
Heródoto. Historia. Libro IX.



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2.11.09

Sobre la batalla de Platea y Aristodemo, el cobarde de las Termópilas

La historia de las Batalla de las Termópilas es una historia de valientes soldados que luchan hasta la muerte, de la resistencia frente a un enemigo muy superior en número, es en definitiva, una historia de desprecio a la muerte en la que se supone que todos los caidos por el bando espartano fueron héroes... ¿o no?


La historia que hoy os traigo es la historia de Aristodemo, el cobarde de las Termópilas. Un hoplita espartano que teniendo la oportunidad de sacrificar su vida en la batalla renunció a ello, cargando después con la culpa y el descrédito de haber sido el único de los 300 que no cayó resistiendo a los persas. Como leer las fuentes es menos fácil pero más gratificante, aquí os dejo con el texto de Heródoto, que nos explica la cruel historia del pobre Aristodemo...
CCXXIX. Entre los 300 espartanos de que hablo, dícese que hubo dos, Eurito y Aristodemo, quienes pudiendo entrambos de común acuerdo o volverse salvos a Esparta, puesto que con licencia de Leonidas se hallaban ausentes del campo, y por enfermos gravemente de los ojos estaban en cama en Alpenos, o si no querían volverse a ella, ir juntos a morir con sus compañeros, teniendo con todo en su mano elegir uno u otro partido de estos, dícese que no pudieron convenir en una misma resolución. Corre la fama de que, encontrados en su modo de pensar, llegando a noticia de Eurito la sorpresa de los persas por aquel rodeo, mandó que le trajesen sus armas, y vestido, ordenó al ilota su criado que le condujese al campo de los que peleaban, y que el hilota después de conducirle allí se escapó huyendo; pero que Eurito, metido en lo recio del combate, murió peleando: el otro, empero, Aristodemo, se quedó de puro cobarde. Opino acerca de esto, a decir lo que me parece, que si sólo Aristodemo hubiera podido por enfermo restituirse salvo a Esparta, o que si enfermos entrambos hubieran dado la vuelta, no habrían mostrado los espartanos contra ellos el menor disgusto. Pero entonces, pereciendo el uno y no queriendo el otro morir con él en un lance igual, no pudieron menos los espartanos de irritarse contra dicho Aristodemo.
CCXXX. Algunos hay que así lo cuentan, y que por este medio Aristodemo se restituyó salvo a Esparta; pero otros dicen que, destinado desde el campo a Esparta por mensajero, estando aun a tiempo de intervenir en el combate que se dio, no quiso concurrir a él, sino que esperando en el camino la resulta de la acción, logró salvarse; pero que su compañero de viaje, retrocediendo para hallarse en la batalla, quedó allí muerto.
CCXXXI. Vuelto Aristodemo a Lacedemonia, incurrió para con todos en una común nota de infamia, siendo tratado como maldito, de modo que ninguno de los espartanos le daba luz ni fuego, ni le hablaba palabra, y era generalmente apodado llamándole Aristodemo el desertor. Pero él supo pelear de modo en la batalla de Platea, que borrase del todo la pasada ignominia.
Heródoto. Historia. Libro VII.
... pues bien, tal fue la ignominia con que tuvo que cargar Aristodemo tras su huida de las Termópilas que ,a la primera oportunidad que tuvo de demostrar su valor, no sólo hizo esto, sino que buscó la muerte de la que había escapado antes... en la batalla de Platea, formadas las falanges espartanas frente a las ingentes tropas persas, se lanzó el primero contra estas, luchando ferozmente hasta caer abatido.  Volvamos al texto de Heródoto, que nos dejó detallado el triste episodio en el libro IX de sus Historia:


De todos los lacedemonios, el que en mi concepto hizo mayores prodigios de valor fue Aristodemo, aquel, digo, que por haber vuelto vivo de Termópilas incurrió en la censura y nota pública de infamia; después del cual merecieron el segundo lugar en bravura y esfuerzo Posidonio y Filoción y el espartano Amonfareto. Verdad es que hablando en un corrillo ciertos espartanos sobre cuál de éstos que acabo de mencionar se había portado mejor en la batalla, fueron de sentir que Aristodemo, arrastrado a la muerte para borrar la infamia de cobarde con que se veía notado; al hacer allí proezas y prodigios de valor, no obró en ello sino como un valentón temerario que ni podía ni quería contenerse en su puesto, mientras que Posidonio, sin estar reñido con su misma vida, se había portado como un héroe; motivo por el cual debía ser éste tenido por mejor y más valiente guerrero que Aristodemo. Pero mucho temo que el voto del corrillo no iba libre de envidia. Lo cierto es que todos los que mencioné que habían muerto en la batalla fueron honrados públicamente por el estado, no habiéndolo sido Aristodemo a causa de haber combatido por desesperación, queriendo borrar la infamia con su misma sangre.
Heródoto. Historia. Libro IX.

... así que ya veis, ni por estas consiguió Aristodemo recuperar su honor a ojos de los espartanos, puesto que más que luchar valientemente, estos entendieron que se había suicidado... si lo llega  a saber, Aristodemo se lo habría pensado dos veces...



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18.10.09

Escilias, el mejor buzo de la Antigüedad


Ojeando la Historia de Heródoto de Halicaranaso, más concretamente su libro VIII, me he topado con esta curiosa anécdota al respecto de un buzo de portentosa habilidad y resistencia, que del bando persa se pasó al griego, realizando una proeza difícil de creer...



VIII. Mientras que se hacía aquella reseña de la armada, hallándose en el campo cierto Escilias, escioneo, el mejor buzo que entonces se conocía (como lo mostró bien en el naufragio sucedido en las costas de Pelio, en que sacando salvas del profundo grandes riquezas para los persas, supo para sí acumular también muchas); hallándose, repito, resuelto de muchos días atrás a pasarse a los griegos sin haber podido hallar modo de hacerlo aprovechóse, entonces de la ocasión de la reseña. De qué manera desde allí se pasase a los griegos, confieso que no acabo de entenderlo, y mucho me maravillara de lo que se dice sobre la habilidad del buen buzo, si lo tuviera por verdadero; pues corre la voz de que echándose al mar, y partiéndose de Efetas, no paró hasta llegar a Artemisio, pasando bajo del agua, como si nada fuera, 80 estadios de mar. Mil maravillas más son las que se cuentan de aquel hombre, que parte son muy parecidas a la fábula, parte quizá serán verdaderas. Mi voto acerca de este punto no es otro sino que llegaría en algún barco a Artemisio. Lo cierto es que, llegado allá, dio cuenta a los generales griegos del naufragio padecido y de las naves destinadas a dar la vuelta a Eubea.
Heródoto. Historia. Libro VIII


... para que os gagais una idea, un estadio era una unidad de longitud usada en la Antigüedad. Equivalía a una distancia de unos 175 metros, con lo que, si hacemos caso de esta historia que nos explica Heródoto, el bueno de Escilias buceó una distancia de 14 kilómetros!!

... como ya habreis imaginado, seguramente Heródoto estaba exagerando y Escilias salió a respirar a mitad de trayecto submarino!!



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31.10.08

Frases célebres de la película 300


  • Dilios: "Cuando el niño nació, como todo espartano fue examinado. Si hubiese nacido pequeño o raquítico, enfermizo o deforme, habría sido descartado. En cuanto pudo mantenerse en pie fue bautizado en el noble arte del combate. Le enseñaron a no retirarse jamás, a no rendirse jamás, a que morir en el campo de batalla, al servicio de Esparta, era la mayor gloria que podía alcanzar en vida. La agogé, como se la conoce, obligaba al niño a luchar, a pasar hambre, le obligaba a robar, y, si era necesario, a matar. Castigado a golpes de vara y látigo, le enseñaron a no mostrar dolor ni piedad. Le ponían a prueba continuamente, le abandonaban a su suerte, dejaban que midiera su ingenio y determinación con la furia de la naturaleza. Ésa era su iniciación, lejos de la civilización, y volvería junto a su pueblo como espartano, o no regresaría. El lobo empieza a girar alrededor del chico. Las zarpas, implacables como el acero, el pelo, negro como el azabache, los ojos ensangrentados, dos rubíes en la mismísima boca del infierno. El gigantesco lobo olfatea, saboreando el olor del inminente bocado. No le sobrecoge el temor, simplemente es más consciente de todo cuanto le rodea. El aire, frío en sus pulmones. Los pinos, que mecidos por el viento se estrellan contra la apremiante noche. Su pulso es firme, su forma física, perfecta. Y así es como el niño, al que habían dado por muerto, regresa con su pueblo, a la sagrada Esparta como rey, como nuestro Rey, ¡¡Leónidas!! Treinta años nos separan de aquel lobo y de aquel frío invernal. Y ahora igual que entonces una bestia se aproxima, valiente, confiada, saboreando el inminente bocado. ¡¡Pero ahora esa bestia son hombres y caballos, lanzas y espadas!! ¡¡Un ejército de esclavos, el mayor que pueda imaginarse, dispuesto a aplastar a la minúscula Grecia, a erradicar del mundo toda esperanza de razón y justicia!! La bestia se aproxima, y ha sido el propio rey Leónidas quien la ha provocado."
  • "Espartano! regresa con tu escudo o sobre él"
    • Reina.
  • "Adiós amada mía, no lo dice, no hay lugar para la ternura, no en Esparta, no hay lugar para la debilidad. Solo los recios y los fuertes son dignos de llamarse espartanos...solo los recios...solo los fuertes"
    • Leonidas.
  • Mensajero: "¿Cómo osa una mujer entrometerse en una conversación de hombres?"
Reina: "Porque sólo las mujeres espartanas traemos al mundo a verdaderos hombres."
  • Mensajero: "¡Esto es una blasfemia! ¡Es una locura!"
Leónidas: "¿Una locura? Esto es ¡ESPARTA!"
  • Daxos: "Hemos oído que Esparta se dirige al combate y deseábamos unir nuestras fuerzas."
Leónidas: "Si buscáis sangre, sois bienvenidos."
  • Daxos: "¿Piensas enfrentarte a Jerjes con sólo un puñado de soldados? Me equivoque al pensar que el compromiso de Esparta se equipararía al nuestro"
Leónidas: "¿Y no es así? Tú, ¿cuál es tu oficio?"
Guerrero: "Soy alfarero, señor."
Leónidas: "Y tú, Arcadio, ¿cuál es tu oficio?"
Arcadio: "Escultor, señor."
Leónidas: "Escultor, bien...¿Y tú?"
Guerrero: "Soy herrerro, señor."
Leónidas: "¡Espartanos! ¿Cuál es vuestro oficio?"
Guerreros Espartanos: "¡AUU AUU AUU!"
Leónidas: "¿Lo ves, amigo? He traído más soldados que tú."
  • "Espartanos, preparad el desayuno, y alimentaos bien, ¡pues esta noche cenaremos en el infierno!."
    • Leonidas.
  • "¡Aquí es donde les contendremos"! ¡Aquí es donde nosotros pelearemos! ¡Y aquí es donde ellos morirán!"
    • Leonidas.
  • "No les deis nada. Pero tomad de ellos, ¡todo!"
    • Leonidas.
  • Guerrero espartano: "¡Sin prisioneros!"
Guerreros espartanos: "¡AUU!"
Guerrero espartano: "¡Sin piedad!"
Guerreros espartanos: "¡AUU!"
  • "El yelmo le asfixia, no le deja ver y debe ver bien. El escudo le pesa, le hace desequilibrarse, y su objetivo está lejos."
    • Dilios.
  • "¡Esto es Esparta!"
  • "Llegará una nueva época, una época de libertad. Y todos sabrán que 300 espartanos dieron hasta su último aliento para defenderla."




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26.8.07

Citas célebres: Leónidas, rey de Esparta

"Éforos: cerdos endogámicos pomposos. Inútiles. Enfermizos. Podridos… Corruptos."


... no es ninguna cita, extraida de una docta y antigua fuente literaria, sino un trocito de la película Los 300, que sin ser muy histórica tampoco estaba nada mal...

Vía Microsiervos

La nueva forma de entender la historia

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1.8.07

Donde Leonidas perdió el paso... crónica de un paseo por las Termópilas

Extracto de un artículo que aparece en la edición de hoy de elPais.com


"¿El lugar exacto de la batalla? No sabría decirle, alrededor de aquí". Petros, el empleado de la gasolinera Thermopyla, hace un gesto vago con la mano manchada de grasa señalando más allá del modesto edificio en el que sirven unas comidas pertinentemente espartanas. Le preguntará mucha gente, sobre todo tras la película, 300. "Sí, bueno, les digo lo mismo, que no hay mucho que ver: el monumento a Leónidas, la colina... Se van desilusionados". Es cierto que la experiencia de visitar las Termópilas, donde en el verano del 480 antes de Cristo un pequeño contingente de guerreros de Esparta se ganó la gloria -y se dejó la piel- tratando de impedir el paso al Ejército persa invasor, puede resultar decepcionante para quien no vaya imbuido de espíritu épico y disponga de buenas dosis de imaginación.

De entrada, el lugar ha cambiado de manera desconcertante desde la antigüedad: ya no existe el angosto paso entre el mar y las montañas que es lo que le otorgaba su valor estratégico y que fue lo que permitió a Leónidas, el rey espartano, y su célebre tropa de mantos escarlata bloquear eventualmente la marcha de las huestes enemigas, provocando el primer gran atasco -mortal atasco- de la historia. Ahora, desde el pie de las vertientes del monte Calídromo hasta las aguas del golfo Málico se extiende una gran planicie, más de cinco kilómetros, creada por las tierras aluviales depositadas durante siglos por los ríos de la zona. En el actual escenario, todo el relato de la batalla resulta absurdo. Más aún porque la transitada carretera nacional de Atenas a Tesalónica discurre sobre el viejo paraje, sepultando el tráfago de los camiones el lejano eco de la marcha del ejército del Gran Rey...


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8.6.07

Molon labe!!


Mur d'escuts, originally uploaded by SBA73.

Como dijo el rey espartano Leónidas al emisario persa que pedía su rendición en el Paso de las Termópilas, si quereis nuestras armas, venid a por ellas!!



>> Leer más sobre la batalla de las Termópilas, donde 300 espartanos cambiaron el curso de la historia

13.4.07

Los 300 espartanos eran unos simples aficionados

La épica es un género directamente ligado con la narración histórica. Quizás hoy en día nuestros historiadores sean más capaces de ceñirse a hechos y datos concretos, sin añadidos subjetivos ni aditivos literarios, pero sin lugar a dudas, sus antecesores no tenían esta habilidad, y como consecuencia, muchas de las narraciones que han llegado hasta nuestros días están más próximas a superproducciones de Hollywood que no a relatos fiables de lo que sucedió y su porqué... valga como ejemplo el muy manido episodio de las Termópilas y el millón de persas herodotianos...

Sin ser un historiador, Arturo Pérez Reverte sabe escribir grandes relatos históricos, a menudo marcadamente épicos, pero con un matiz muy personal: La versión de los hechos es siempre la de los protagonistas anónimos, aquellos que protagonizan el esfuerzo colectivo, pero que despues no acostumbran a quedar retratados para la historia. Sus imágenes salen de los ojos de un variopinto collage de personajes, de aquellos que nunca aparecen en los cuadros de los museos ni en las esculturas a personajes de mérito. Lo mismo sucede con su lenguaje, que no es el propio de la alta escuela, si no de la calle, del campo o el mercado del pueblo.

Os propongo una lectura que os permitirá entender toda esta diatriba; en ella Don Arturo nos explica un episodio de la historia de la Corona Catalano Aragonesa de esos que quita el hipo: La expedición y posteriores correrías de los almogávares por tierras griegas. Como indica el título del post, este breve relato nos demuestra que Leónidas y sus muchachos eran unos florecillas comparados con nuestros antepasados...

Disfrutad con la lectura, que vale la pena... "Una de almogávares"

2.4.07

Estatua de Leónidas

Estatua conmemorativa de la batalla del paso de las Termópilas y del rey espartano Leónidas.

La placa reza lo siguiente:

"Μολών λαβέ" ("Ven y cógelas!")

Esto fue lo que Leónidas le contestó al emisario de Jerjes cuando este le hizo la oferta de entregar sus armas a cambio de sus vidas.

Al menos esto es lo que nos transmite Plutarco en su Apophthegmata Laconica, 225c.11. Esta obra podría no pertenecerle, pero está incluida en su compendio del bien hacer grecorromano que son las Moralia.

>> Leer más sobre Esparta y la batalla de las Termópilas.

30.3.07

La batalla de las Termópilas: Parte IV

Tras la batalla...

La batalla duró 3 días y los persas consiguieron derrotar a los temidos espartanos, pero éstos ya habían retrasado notablemente el avance persa, diezmado la moral de su ejército y matado a miles de soldados.

Los persas, intrigados por el hecho de que hubiera un contingente tan pequeño de griegos, le preguntaron a unos supervivientes arcadios cual era el motivo: Estos les contestaron que toda Grecia estaba celebrando los Juegos Olímpicos, donde los ganadores eran obsequiados con una corona de olivo. Ante esto, los persas exclamaron:
"Contra qué clase de hombres nos habeis enviado a luchar!! No compiten por dinero, sino por su honor!!"
Se cree que ningún griego logró sobrevivir; pero la cultura popular se ha centrado más en el esfuerzo lacedemonio que en el de los 700 hoplitas de Tespias, ciudad que perdió en la batalla la casi totalidad de sus hombres y, por tanto, quedó indefensa y fue incendiada por los persas. Al año siguiente las mujeres y niños supervivientes tuvieron que dar la ciudadanía a extranjeros para poder subsistir; además esta ciudad-estado no tenía intrínseca la cultura belicista de los espartanos, por la cual las madres les entregaban el escudo hoplos con la frase «Vuelve con él o sobre él».

Según algunos historiadores solo sobrevivieron dos soldados espartanos de los que habían quedado en Las Termopilas, Eurito y Aristodemo de Esparta. Por lo que se sabe estos dos hombres vieron la muerte de su rey y tras la lluvia de flechas se escondieron bajo sus escudos para aparentar que estaban muertos. Alejandro, más tarde, fue uno de los mejores guerreros de Esparta, pero no se le recordó como a otros héroes. Tras las Termópilas combatió en Platea, otra vez contra los Persas. Allí murió, tras recibir 4 flechas en el pecho.

Entrada en la leyenda

El sacrificio de los espartanos tuvo amplias repercusiones en la Grecia de la Antigüedad. Tal fue su fama que hasta el día de hoy es considerado como uno de los ejemplos máximos de sacrificio ante una tarea imposible, en la cual unos pocos valientes se opusieron a la maquinaria de guerra más poderosa conocida, y dieron sus vidas luchando por su tierra, su honor y su libertad. Es una de las batallas más memorables, decisivas y célebres que presenció el mundo, comparándosela tal vez con los Campos Cataláunicos, el sitio de Numancia, Cannas o Kadesh.

La hazaña fue recordada en una lápida conmemorativa escrita por el poeta Simónides, que decía así:
Ὦ ξεῖν’, ἀγγέλλειν Λακεδαιμονίοις ὅτι τῇδε
κείμεθα, τοῖς κείνων ῥήμασι πειθόμενοι

Oh, extranjero, informa a Esparta, si pasas por allí, que aquí hemos caído
defendiendo su ley.
Tan fuerte ha sido el eco de esta batalla que en varias ocasiones se ha dicho que, si la cultura occidental es como es, fue gracias al sacrificio de los griegos, y que, de no haberse producido éste, la Europa que hoy conocemos tendría una cara bien diferente.


Especial la Batalla de las Termópilas: Parte I II III IV



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29.3.07

La batalla de las Termópilas: Parte III

El desenlace de la batalla, previsto en una profecía

Cuando Leónidas detectó la maniobra del enemigo y se dió cuenta de que le atacarían por dos frentes, reunió un consejo de guerra, donde ofreció a los griegos dos opciones: podían irse por mar a Atenas o permanecer en las Termópilas hasta el final.

Es en este punto donde Heródoto menciona su creencia de que Leónidas permitiera la marcha de los aliados influenciado por «la consulta previa que, a propósito de aquella guerra, realizaron los espartiatas al Oráculo nada más estallar la misma. La respuesta que recibieron de labios de la Pitia fue que Lacedemón sería devastada por los bárbaros o que su rey moriría. Esa respuesta la dictó a los lacedemonios en versos hexámetros y rezaba así»:

Mirad, habitantes de la extensa Esparta,
o bien vuestra poderosa y eximia ciudad es arrasada por los descendientes de Perseo, o no lo es;
pero, en ese caso, la tierra de Lacedemón llorará la muerte de un rey de la estirpe de Heracles.
Pues al invasor no lo detendrá la fuerza de los toros o de los leónes, ya que posee la fuerza de Zeus.
Proclamo, en fin, que no se detendrá hasta haber devorado a una u otro hasta los huesos.
Quedaron él, los lacedemonios y algunos tebanos. Mientras el resto de la fuerza que había decidido irse se retiraba hacia Atenas, los 300 soldados de la guardia de Leónidas y mil griegos leales (los tespios y los de Tebas) se quedaron a presentar batalla y resistencia hasta el final; la suerte estaba echada.

Al despuntar el alba del tercer día, Leónidas dijo a sus hombres: «Tomad un buen desayuno, puesto que hoy cenaremos en el Hades». Decididos a inflingir el máximo daño al enemigo persa, los griegos salieron a luchar a la parte amplia del Paso. Primero lucharon al estilo tradicional del hoplita, usando el escudo como defensa y la lanza como mortífera prolongación de su brazo. Cuando todas las lanzas se hubieron quebrado, echaron mano de sus espadas cortas, las temibles xiphoi, que cayeron sobre los persas como una infalible máquina de quitar vidas.

Cuando la situación se hizo ya irreversible, y la tenza propiciada por Efialtes se cerró sobre ellos, los espartanos se retiraron a un montículo, decididos a no dejar un sólo grano de arena sin manchar de sangre.

Fue tal el ímpetu con el que los espartanos lucharon que Jerjes decidió abatirlos de lejos con sus arqueros para no seguir perdiendo hombres. Leónidas fue alcanzado por una flecha y los últimos espartanos murieron intentando recuperar su cuerpo para que no cayera en manos enemigas.

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Especial la Batalla de las Termópilas: Parte I II III IV






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28.3.07

La batalla de las Termópilas: Parte II

Inicio de la batalla

Fila tras fila los persas se estrellaron contra las lanzas y escudos espartanos sin que éstos cedieran. Gracias a la compacta formación lacedemonia, y a pesar de la grave desventaja numérica, Leónidas y sus hombres se opusieron a las oleadas de soldados enemigos con un número mínimo de bajas, mientras que las pérdidas de Jerjes —aunque minúsculas en proporción a sus fuerzas— supusieron un duro golpe para la moral de sus tropas. Durante las noches, Leónidas solía decirles a sus hombres: «Jerjes tiene muchos hombres, pero ningún soldado».

Frustrado e impaciente, Jerjes envió al frente a sus diez mil Inmortales, su fuerza de élite, llamados así porque cada vez que un Inmortal caía, otro corría a reemplazarlo, manteniéndose en la cantidad fija de diez mil hombres. Sin embargo, los resultados fueron los mismos. Los persas morían a cientos, la moral del ejército decaía y los griegos no mostraban signos de cansancio. La batalla continuó de esta forma durante 2 días. Fue entonces cuando Jerjes, abatido, recibió la ayuda que necesitaba.

La traición de Efialtes

Un habitante griego de la zona, llamado Efialtes, ofreció mostrarle a Jerjes un paso alternativo que rodeaba el lugar donde estaba Leónidas para acabar con su resistencia de una vez por todas. El afán de recompensa de Efialtes recibió un duro castigo, derivando su nombre en sinónimo de traidor en griego.

Sin dudarlo, Jerjes envió un importante número de sus fuerzas por ese paso. Este paso se encontraba defendido por los focenses, pero al verse sorprendidos durante la noche por los persas, fueron fácilmente barridos, sellando de esta manera la suerte de los defensores de las Termópilas.

Rodeados... pero nunca vencidos

Es en este momento, cuando se constata que la maniobra envolvente persa está a punto de cerrarse, que empieza a gestarse la leyenda: El rey Leónidas convoca a los generales, espartanos y aliados griegos y les explica la situación...

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27.3.07

La batalla de las Termópilas: Parte I

Iniciamos hoy un especial sobre la mítica batalla de las Termópilas. Estoy claudicando ante las múltiples peticiones populares que vienen pidiendo un especial sobre el tema... ¿tendrá algo que ver la película "Los 300"?



Las Termópilas: Antecedentes

Año 480 aC. Siguiendo con la política expasionista del Imperio Aqueménida, Jerjes I, emperador persa, se propuso conquistar Grecia y, tras reunir un ingente ejército de centenares de miles de hombres, y planificar cuidadosamente la logística de la campaña, inició las hostilidades. Los griegos, reunidos en confederación, planearon enviar un limitado contingente de tropas a algún puesto avanzado, fácil de defender, para detener el avance persa, mientras se organizaba la defensa en retaguardia. Atenas quería detener la invasión como fuese y consiguió convencer a Leónidas I, rey de Esparta, para que participase en la primera defensa de Grecia.

La batalla más importante se celebró en un lugar llamado valle de las Termópilas. Allí esperó a los persas un ejército compuesto por 300 hoplitas espartanos (a los que hay que sumar otros 600 ilotas, pues cada espartano llevaba dos siervos a su servicio), 500 de Tegea, otros 500 de Mantinea, 120 de Orcómeno y 1.000 hoplitas del resto de Arcadia: 400 de Corinto, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios y 400 tebanos, además de 1.000 focenses y todos los locros.

Según las fuentes clásicas griegas, los soldados persas conformaban un ejército que oscilaba entre los 250.000 y el millón de efectivos. Sin embargo, la formación compacta e impenetrable de la falange griega era óptima para retener a la horda persa en un paso tan estrecho y en apariencia infranqueable.

Leónidas fue advertido sobre el gran número de arqueros que poseía Jerjes. Heródoto de Halicarnaso indica que se le dijo a Leónidas que «sus flechas cubrían el sol» y «volvían noche el día». Dienekes, soldado espartano, consideraba el arco como un arma poco honorable, ya que evadía el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Fue entonces cuando pronunció su famosa frase: «Tanto mejor; lucharemos a la sombra».

Se dice que Jerjes, al toparse con los soldados griegos, supuso que éstos se marcharían al ver la magnitud de su ejército. Pasaron cuatro días y Jerjes, impaciente, envió un emisario exigiendo a los griegos que entregasen sus armas inmediatamente para no ser aniquilados. Leónidas respondió: «Ven a buscarlas tú mismo» (Μολων λαβε). Así dió comienzo la batalla.

En un principio el rey lacedemonio no pensaba que pudiera perder la batalla. Lo angosto del desfiladero anulaba la superioridad numérica persa, su mayor protección les permitiría aguantar los envites persas y el mayor tamaño de sus lanzas podría darles suficiente ventaja en una lucha cuerpo a cuerpo; así había sucedido en la pequeña confrontación de la Batalla de Maratón.

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14.3.07

Los (4)300 de las Termópilas

El mito:
El paso estrecho de las Termópilas fue defendido de un enorme ejército persa durante 3 días por tan sólo 300 Espartanos, de los que sólo 2 sobrevivieron.

La realidad:
Efectivamente 300 espartíatas tomaron parte en la defensa del paso de las Termópilas; sin embargo, también les acompañaban como mínimo 4000 hoplitas de polis aliadas. De estos 4000, 2500 fueron enviados de vuelta a casa al fín del segundo día, cuando la situación ya se vió insostenible, y 1500 entre hilotas (esclavos de los espartanos), tespios y tebanos se quedaron hasta el último momento...

... para mí continua siendo igual de heroico, aunque a veces la historia se olvida de algún detalle importante.



Noticias relacionadas:
  1. Breve guía para entender la peli "Los 300"
  2. Cuadro: Leónidas en las Termópilas
  3. La batalla de las Termópilas

8.3.07

Quien es quien en las Termópilas (o breve guía para entender "los 300")

Está a punto de estrenarse una nueva superproducción de Hollywood sobre temática clásica: Los 300, basada en un cómic que narra, en clave bastante hiperbólica, la batalla de las Termópilas. Pues bien, como no se trata de perderse detalle, aquí va un breve listado de quién es quién:

1. Jerjes (520- 465 aC), el "malo": Tras su padre Darío, este rey persa intentó con sus 2 millones de hombres (probablemente a Heródoto se le va un poco el cálculo, pero claro, siendo griego había que destacar aún más los tintes épicos de la victoria), tomar Grecia y sus polis en una invasión que pondría a prueba la resistencia y el valor de los helenos.

2. Efialtes, el "traidor": Mostró a los persas el sendero que les permitió rodear a los 300 temibles espartanos y aniquilarlos.

3. Leonidas, el "héroe": Era uno de los 2 reyes de Esparta en el momento de la invasión de Jerjes, y como tal, asumió el mando del limitado contingente militar que debía pararles los pies en el paso de las Termópilas. Dice la historia que un oráculo le anunció que, o bien un rey espartano moría, o bien su pais sería arrasado, con lo que su destino estaba echado.

4. Los Inmortales: Era la élite del ejército de Jerjes. Formada por 10.000 escogidísimos soldados de oriegen persa, medo y elamita, su nombre se demostró erróneo, ya que murieron unos cuantos bajo las sandalias espartanas.

5. Los 300: Pequeño contingente de hoplitas espartanos que durante unos valisíosimos días contuvieron la invasión de los persas en el famoso paso de las Termópilas. Sólo sobrevivieron 2... uno murió por las múltiples heridas, y el otro, enviado como mensajero a su ciudad para informar de la caida del paso, acabó suicidándose por la deshonra por no haber podido morir luchando junto a sus compañeros de armas.

6. Dienekes, el "luchador": Soldado espartano ejemplar, hundió su lanza en más persas que ninguno, paró más ataques con el escudo que nadie y golpeó con la espada hasta que esta cayó al suelo desde su brazo inerte. Tanto era su valor que, cuando le dijeron que el ejército persa tenía tantos arqueros que sus flechas taparían la luz del Sol, él respondió: "Mejor, así lucharemos a la sombra"

>> Ver el trailer de la película "The 300"

Noticias relacionadas:

1. Los (4)300 de las Termópilas
2. Cuadro: Leónidas en las Termópilas
3. La Batalla de las Termópilas




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