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Danza de Mal Pelo
Ramis en un ensayo de ’Double infinite’TNC (TNC)

La danza de Mal Pelo inunda de emociones el TNC con ‘Double Infinite. The Bluebird Call’

Pep Ramis y María Muñoz han inaugurado los espectáculos coreográficos del Grec

Hermoso, íntimo, rudo y tierno son adjetivos que se han utilizado a la hora de calificar algunos de los espectáculos de Mal Pelo, concretamente L’esperança de vida d’una llebre, (2014), pieza que recuerda a este maravilloso, inolvidable, feroz e inquietante espectáculo que ahora se ha estrenado en la Sala Petita del Teatre Nacional de Catalunya (TNC), en Barcelona, titulado Double Infinite. The BlueBird Call. Se trata de una pieza únicamente interpretada e ideada por Pep Ramis y Maria Muñoz codirectores de Mal Pelo, una de las grandes compañías del panorama de la danza contemporánea que en esta ocasión se reencuentran, después de 30 años, para bucear sobre la fragilidad humana y la necesidad de perseguir sueños imposibles. Este espectáculo puede verse hasta el 9 de julio. El hechizo visual que destila esta propuesta clava al espectador en su butaca, ya que es un volcán de emociones y preguntas que remueven el espíritu, la más repetida es ¿estás donde quieres estar?

Como es habitual en los espectáculos de Mal Pelo la puesta en escena es impecable. El espacio sonoro de Fanny Thollot, la colaboración musical e interpretación en vivo de Quiteria Muñoz (soprano), Joel Bardolet (violín) y Bruno Hurtado (violonchelo), la iluminación de August Viladomat y Lluis Martí, junto la escenografía de Pep Ramis y Adrià Miserachs, el vestuario de Carmen Puigdevall y los magníficos textos de Mal Pelo, junto a extractos de escritos de Berger, Bukowski, Pascal y Pasolini, crean una atmósfera a veces asfixiante otras liberadora. Textos que recitan ambos intérpretes con gran soltura.

El espectáculo Double Infinite. The Bluebird Call, de 90 minutos de duración está estructurado en dos solos y un dúo final. Se ha de señalar que ambos intérpretes han realizado una puesta a punto espectacular. El primer solo está a cargo de María Muñoz: es una mujer desolada que se adentra en un bosque cubierto por la nieve; no sabe porque regresa a ese lugar, pero lo absurdo de la vida te lleva a repetir situaciones. Hablar a estas alturas de la fuerza interpretativa, el vocabulario gestual y la grandiosidad del baile de María es casi redundante; ver como llena el escenario y el dramatismo que se desprende de su baile deja al público sin habla. El segundo solo a cargo de Pep Ramis es más feroz, hay un pequeño espacio para la ternura pero es una continúa provocación verbal y gestual y descubrimos su sueño: él quiere ser Billy El Niño y también quiere buscar el pájaro azul que anida en su corazón. El video de Leo Castro rodea, en numerosas secuencias, con imágenes de bosques tenebrosos, el baile de ambos intérpretes, y junto a la desnudez de la escena enfatiza el carácter de soledad e individualidad que domina al ser humano en la actualidad.

El dúo final es de una gran belleza y complicidad si bien hay momentos que entre ambos intérpretes se instala una violencia soterrada. El final, los dos con máscaras de pájaros, es de una belleza plástica apabullante. Los aplausos tras la función fueros largos y calurosos.

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