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“Mucha gente de la clase obrera piensa que los afrodescendientes somos delincuentes y mantenidos”

Antoinette Torres Soler, directora de Afroféminas, ha denunciado ante la Fiscalía los insultos racistas contra las niñas del San Ildefonso que cantan en el sorteo de la Lotería de Navidad

Antoinette Torres Soler, fundadora y directora de Afroféminas, en una imagen cedida por la organización.
Antoinette Torres Soler, fundadora y directora de Afroféminas, en una imagen cedida por la organización.
María Martín

Las niñas de San Ildefonso, que cada Navidad cantan los números agraciados de la Lotería en el sorteo del 22 de diciembre, han sido víctimas de decenas de insultos racistas publicados en redes sociales. “¿Las nigerianas se sortean?”, “Echen Cucal y pongan a los niños a cantar como Dios manda” o “Qué bonito es el sorteo de Navidad en Namibia” fueron solo algunos de los comentarios vertidos en X (antes, Twitter) en esta última edición. No es la primera vez que se ataca a estos niños, procedentes de familias con problemas socioeconómicos. Ya en 2016, se repitieron comentarios como este: “Un niño de San Ildefonso corriendo hacia el público mientras grita ‘Allahu Akbar’ [”Alá es grande”, grito en árabe proferido en algunos atentados islamistas]”. O este: “Yo entiendo que el racismo tal y cual, pero ¡lo de que todos los niños de San Ildefonso sean peruanos...! Parece el sorteo de Navidad de Lima“. O este: “El Niño de san Ildefonso parece un mono”. Pero, ahora, además de compararlas a cucarachas, el caso ha llegado a la Fiscalía. La organización antirracista Afroféminas ha presentado este miércoles una denuncia por un supuesto delito de odio. La fundadora y directora de la organización, Antoinette Torres Soler, explica por qué dieron el paso de acudir al ministerio público.

Pregunta. ¿Por qué han decidido denunciar?

Respuesta. Creemos que nuestro activismo debe ir más allá de la denuncia pública en redes y hacerlo por vías más formales. Se suele relativizar toda violencia racista, la denuncia registra la queja y el acto de odio en sí mismo. También es verdad que ayuda mucho tener un equipo jurídico de nuestro lado.

P. ¿Por qué son poco habituales este tipo de denuncias en España?

R. Yo diría que no son habituales. Hay sensación de impunidad por parte de los agresores y la víctima siente que nadie la va a defender. La policía nos percibe como sospechosos y sospechosas, en lugar de como ciudadanas que también hay que cuidar. Hay mucho racismo institucional, eso es una realidad.

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P. Los ataques racistas a los niños de San Ildefonso han sido una constante en los últimos años. Ya en 2016 se leían todo tipo de insultos. ¿Cree que los que atacan se sienten más legitimados ahora?

R. Ahora existe un partido de ultraderecha que legitima cosas que parecían del pasado. No es una opinión mía, solo tienes que mirar la tele y ver con qué impunidad salen individuos neofascistas acompañados de la peor simbología. No solo representan un peligro para el clima político, sino, en primer lugar, para los afrodescendientes, migrantes y toda persona que no sea blanca y heterosexual. La presencia de esas personas es alarmante. Y veo que el debate se mezcla con la disidencia política como si nosotras no viviésemos aquí. Nosotras también formamos parte de este país. Romper la convivencia es muy peligroso.

P. ¿Cree, por otro lado, que hay más conciencia ahora de que esto no es tolerable?

R. Lo único que puedo decir es que Afroféminas ha cumplido 10 años y seguimos explicando lo mismo que cuando empezamos.

P. ¿Han podido hablar con las familias de las niñas que han sido insultadas? ¿Saben cómo afectaron estos ataques a las niñas y a sus familiares? ¿Han recibido su apoyo tras interponer la denuncia?

R. Afroféminas y su equipo jurídico no deseamos hablar de las menores sino del odio que recibieron. Esta vez les tocó a ellas, en otra ocasión les tocará a otros menores, por lo tanto, entendemos que con sus familiares y el resto de la comunidad educativa, tienen el apoyo suficiente. El marco no está en ellas, sino en los que odian y por eso la denuncia. La ley del privilegio te dice que la cuerda siempre se rompe por el lado más débil. Con más razón, ellas no pueden ser el centro del debate. Es así como se nos protege y se hace justicia social: evitando la exposición innecesaria y hablando del maltratador y no de las maltratadas.

P. ¿Hay una mayor hostilidad racista en redes? ¿Se traducen también en la calle?

R. En la calle, en la comunidad de vecinos, en el bus cuando entras, en el cole... La ultraderecha está socavando todos los consensos. Hay una tendencia a la imitación. La gente imita las buenas acciones y también los discursos de odio. Te sorprendería cuánta gente de la clase obrera vive convencida de que los afrodescendientes somos delincuentes, somos mantenidos con ayudas públicas y otros bulos. La clase obrera y los migrantes deberíamos unirnos. Separarnos es una estrategia más del poder. Hay que rescatar la política comunitaria o la vida en comunidad. Nos estamos olvidando de lo que somos. Yo soy de las que le regalo cosas de mi huerto a mi vecina o las escucho si necesitan hablar con alguien. Es increíble cómo se han perdido todos los afectos. Y aun corriendo el riesgo que esto parezca buenismo, pues igual lo digo: odiar no está en mis planes. Hay que recuperar las relaciones normales, la confianza entre las personas y tener muy claro que todo el mundo merece respeto.

P. ¿Qué sintió usted al leer los comentarios?

R. Lo que yo haya sentido es lo menos importante. Tengo casi 50 años, soy migrante, soy española, soy sobreviviente de cáncer y pese a todo, soy una mujer negra, feliz y agradecida de la vida. Es decir, tengo recursos psicológicos para que estas cosas ya no me afecten. El dolor emocional es el gran enemigo de las mujeres negras. La preocupación está en que esas niñas no tienen porqué pasar por esto.

P. ¿Cree que hay un debate maduro sobre el racismo en España?

R. No creo que sea un problema de madurez. Cuando colgaron el muñeco de Vinicius, en todas las tertulias se relativizó. Todos y todas los que relativizaron conocen muy bien la historia de horror que hay detrás de una persona negra colgada, pero no es que no lo sepan, es que no quieren llegar ahí. Falta voluntad para abordar temas incómodos.

P. ¿Qué respuesta institucional reclaman ante el racismo? La ley contra la discriminación racial sigue en un cajón...

R. Efectivamente, una ley seria que nos proteja. Se habla de todo menos de la ley contra el racismo, lo cual evidencia los sesgos racistas que persisten en la clase política.

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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