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Crítica de 'Clanes', la serie de narcos gallegos con Clara Lago y Tamar Novas

Series

Una abogada se instala en Cambados con ganas de encontrar a los asesinos de su padre

Clara Lago es Ana, una abogada con sed de venganza, y Tamar Novas es Daniel, el hijo del narco.

Clara Lago es Ana, una abogada con sed de venganza, y Tamar Novas es Daniel, el hijo del narco.

JAIME OLMEDO/NETFLIX

Clanes es otro drama criminal sobre el narcotráfico. La afirmación puede servir a los espectadores potenciales como una descripción simple de la propuesta de Netflix para este fin de semana. Pero también se puede leer con una pizca de cansancio por la saturación del género en televisión, en especial desde que Pablo Escobar se convirtió en un irresponsable icono pop a partir de Narcos y con The wire o Breaking bad como predecesoras directas.

Recordemos que Tamar Novas, presente en esta serie, ya había sido una figura clave en una producción de estas características: era Roque en Fariña, que narró el ascenso de Sito Miñanco hasta ser una figura clave de la entrada de cocaína en el continente a partir de las rías gallegas. ¿Qué puede aportar, entonces, Clanes en este panorama televisivo? Un poco de amor imposible entre rencillas mortales en Cambados.

La popularidad de series como 'Narcos' o 'Fariña' obligan a tomar con cierto cansancio una historia de narcotráfico

Ana (Clara Lago) es una abogada de éxito en uno de los principales bufetes de Madrid cuando le informan que su padre ha muerto tiroteado en el puerto de las Canarias donde tenía el yate que alquilaba. Es en ese momento que descubre el pasado de su padre: había sido miembro de una banda criminal gallega que introducía droga en la península hasta que traicionó a Padín (Miguel de Lira). Era víctima, supone, de un ajuste de cuentas de décadas de antigüedad.

En lugar de quedarse de brazos cruzados, se instala en el pueblo de Pontevedra para abrir su propio despacho y descubrir la verdad. Daniel (Tamar Novas), el hijo de Padín que está al mando de la organización mientras su padre cumple condena, no tarda en contratar sus servicios.

Tamar Novas tiene una dulzura en la mirada que ayuda a creer el personaje.

Tamar Novas tiene una dulzura en la mirada que ayuda a creer el personaje.

JAIME OLMEDO/NETFLIX

El creador de Clanes es un veterano del cine español como Jorge Guerricaechevarría. Es el autor del texto de Carne trémula con Pedro Almodóvar, colaborador habitual de Álex de la Iglesia (juntos firmaron desde El día de la bestia y La comunidad a la serie 30 monedas) y ganador del Goya en dos ocasiones: por el guion de Celda 211 y por el de Las leyes de la frontera.

En Clanes opta por adentrar al espectador directamente en esa realidad gallega donde Ana y Daniel son solo dos de las piezas del tablero y donde, por más que la premisa lo permita pensar, no se aborda desde un inicio como un drama romántico.

Cuando las piezas se revelan en el tablero en posición ofensiva, Jorge Guerricaechevarría se confirma como un buen arquitecto de desenlaces

Es irónico, de hecho, que a medida que la trama avanza, el elemento más desencajado es la protagonista: se muestra su obstinación pero nunca se entiende exactamente cuál es el objetivo que persigue. Tampoco se establece con un mínimo de verosimilitud su relación con el hijo del narco, un Tamar Novas que desde Mar adentro tiene una dulzura en la mirada que obliga a creerle (o a darle el beneficio de la duda).

¿Cómo puede un narcotraficante confiar en la primera abogada que le pasa por delante, sobre todo cuando no tiene ningún sentido que abriera un despacho en Cambados?

La subtrama con María Pujalte y Melania Cruz ofrece 'verdad'.

La subtrama con María Pujalte y Melania Cruz ofrece 'verdad'.

JAIME OLMEDO/NETFLIX

Esto no impide que, a medida que avanzan los episodios, la historia cobra fuerza. En primer lugar, se encuentra cierta verdad a partir de los personajes de María Pujalte y Melania Cruz, dos vecinas que sufren las consecuencias de ser familiares de un traidor pero que se resisten a exiliarse. Su amargura, rencor y resiliencia tienen el dramatismo que le falta a la abogada (y que le faltaba a la artificiosa Patria, cambiando a los narcos por ETA como fuerzas intimidatorias que deforman la idiosincrasia local).

Cuando las piezas se revelan en el tablero en posición ofensiva, Guerricaechevarría se confirma como un buen arquitecto de desenlaces con la ayuda del director Roger Gual, que imprime tensión a las secuencias. Es una propuesta que, a pesar de la indiferencia inicial, cierra la primera temporada transmitiendo ganas de más.

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