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Nepal

Nepal

Jefe del Estado: rey Gyanendra Bir Bikram Shah Dev
Jefe del gobierno: Girija Prasad Koirala (sustituyó al rey Gyanendra Bir Bikram Shah Dev en abril)
Pena de muerte: abolicionista para todos los delitos
Estatuto de la Corte Penal Internacional: no ratificado

La transición política, el cese de hostilidades y la reanudación del proceso de paz tras las protestas populares que se produjeron en abril dieron lugar a importantes mejoras en la situación de los derechos humanos e hicieron nacer la esperanza de que se abordarían cuestiones que afectaban al país desde hacía tiempo, como la discriminación por razones de género, casta o etnia. El nuevo gobierno de coalición y el grupo armado de oposición Partido Comunista de Nepal (Maoísta) se comprometieron a respetar los derechos humanos en una serie de acuerdos que culminaron con el Acuerdo General de Paz firmado en noviembre. Siguieron existiendo cuestiones clave por resolver, como exigir el cumplimiento de los compromisos adquiridos por ambas partes y garantizar la rendición de cuentas por las violaciones y los abusos contra los derechos humanos cometidos en el pasado.

Información general

El año comenzó con una creciente oposición al gobierno del rey Gyanendra, que se hizo con el poder ejecutivo en febrero de 2005 e impuso restricciones cada vez más severas sobre las libertades de reunión, asociación y expresión. Más de 3.000 personas fueron detenidas entre mediados de enero y de febrero por participar en manifestaciones políticas; entre ellas se encontraban importantes dirigentes políticos y destacados activistas por la paz. La policía utilizó fuerza excesiva contra los manifestantes y sometió a malos tratos a activistas que estaban bajo custodia.

En abril cobró fuerza un renovado movimiento de protesta, conocido como Movimiento Popular (Jana Andolan). Las manifestaciones, iniciadas por la coalición de importantes partidos políticos conocida como Alianza de Siete Partidos (ASP), contaron finalmente con una amplia representación de la población y el respaldo del Partido Comunista de Nepal (PCN-Maoísta).

El gobierno del rey impuso de nuevo restricciones indebidas a la libertad de expresión y reunión, y las fuerzas de seguridad usaron fuerza excesiva para reprimir las protestas: utilizaron porras, balas de goma, fuego real y botes de gas lacrimógeno, disparados de cerca, para controlar a las multitudes, lo que causó la muerte de al menos 18 personas y heridas a más de 4.000. Entre las personas detenidas había cientos de activistas políticos y de la sociedad civil que se manifestaban pacíficamente.

El 24 de abril, el rey Gyanendra anunció la reinstauración de la Cámara de Representantes. Girija Prasad Koirala, dirigente del Partido del Congreso Nepalí, fue nombrado primer ministro y se puso al frente de un gobierno de coalición formado por la ASP. Al cabo de unos días, la Cámara de Representantes se reunió por primera vez desde 2002 y aprobó una propuesta para celebrar elecciones para la creación de una asamblea constituyente que redactase de nuevo la Constitución del país de 1990 y decidiese qué iba a ocurrir con la monarquía.

El 26 de abril, el PCN-Maoísta anunció un cese de las hostilidades de tres meses de duración. A su vez, el gobierno de la ASP anunció el 3 de mayo un alto el fuego indefinido. Las negociaciones, que comenzaron el 26 de mayo, finalizaron con una serie de acuerdos que prepararon el terreno para el Acuerdo General de Paz que se firmó el 21 de noviembre. El Acuerdo de Paz puso fin a los diez años de conflicto armado que había sufrido Nepal e incluyó disposiciones sobre transformaciones políticas, sociales y económicas. En él, ambas partes se comprometieron a crear un gobierno provisional que contara con representantes del PCN-Maoísta y a celebrar, a mediados de junio de 2007, elecciones para crear una asamblea constituyente.

En virtud de un acuerdo firmado a finales de noviembre se crearon procedimientos para garantizar que los combatientes del PCN-Maoísta serían recluidos en campos provisionales y entregarían las armas bajo supervisión de la ONU, a la vez que el ejército de Nepal permanecería en los cuarteles y almacenaría la misma cantidad de armas.

Ambas partes pidieron a la ONU que proporcionase asistencia en las tareas de observación de las elecciones y en la vigilancia constante de los derechos humanos.

Proceso de paz y derechos humanos

Todos los acuerdos firmados durante las conversaciones incluyeron compromisos en materia de derechos humanos. Sin embargo, muchos de esos compromisos estaban redactados de modo impreciso, y al finalizar el año pocos habían sido puestos plenamente en práctica.

En mayo, el gobierno de la ASP y el PCN-Maoísta acordaron un Código de Conducta para el cese de hostilidades. A mediados de noviembre, el Comité Nacional de Supervisión creado para supervisar su cumplimiento afirmó que, de 1.425 denuncias, había hallado violaciones del Código de Conducta en 913 casos, pero no se tomaron nuevas medidas y el Comité quedó disuelto a finales de mes.

Continuó sin estar clara la función de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Nepal. La fama de independiente de que gozaba la Comisión quedó en entredicho en 2005, al nombrar el rey a los nuevos comisionados. En julio dimitieron el presidente y los comisionados, y al finalizar el año aún no se habían realizado nuevos nombramientos.

El Acuerdo de Paz firmado el 21 de noviembre incluía importantes compromisos con respecto a los derechos humanos, como el fin de la impunidad para los abusos perpetrados contra ellos y garantías sobre el derecho a la alimentación, la salud y la educación. Estipulaba que una Comisión de Verdad y Reconciliación investigase las «graves violaciones de los derechos humanos y los crímenes contra la humanidad» cometidos durante el conflicto armado, y que una Comisión Nacional de Paz y Rehabilitación proporcionase asistencia a las víctimas del conflicto. El Acuerdo de Paz también incluía el compromiso de hacer público el paradero de las víctimas de desapariciones forzadas en un plazo de 60 días y el de crear un entorno que permitiese el regreso de las personas desplazadas internamente.

Durante el proceso de paz, los grupos marginados contaron con una representación inferior a los demás. Ni el gobierno de la ASP ni los dirigentes del PCN-Maoísta incluyeron a mujeres en los equipos que se ocuparon de las conversaciones de paz. Entre los 31 miembros del Comité Nacional de Supervisión sólo había dos mujeres; por otro lado, únicamente tras protestas generalizadas se procedió a la ampliación del Comité de Redacción de la Constitución Provisional, integrado por seis hombres, para incluir a cuatro mujeres y a un representante de los dalit.

Abusos cometidos por el PCN-Maoísta

A pesar de que el PCN-Maoísta se comprometió públicamente a respetar las normas internacionales de derechos humanos, continuaron recibiéndose informes frecuentes sobre homicidios ilegítimos, secuestros, tortura y malos tratos, extorsión, amenazas y hostigamiento por parte de miembros del PCN-Maoísta. Las investigaciones de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (OACNUDH) en Nepal hallaron que muchos de los abusos fueron cometidos en el contexto de actividades de «mantenimiento de la ley» por parte del PCN y sus «tribunales populares». En noviembre, el PCN-Maoísta se comprometió a disolver el «gobierno popular» y los «tribunales populares» el mismo día en que se formase el Parlamento provisional.

Se recibieron informes que indicaban que persistía el reclutamiento de niños y niñas tras el cese de hostilidades, sobre todo durante los días y semanas que precedieron al Acuerdo de Paz. En virtud de éste, ambas partes se comprometieron a no utilizar a personas de 18 años o menores en actividades militares y a proporcionar asistencia para su rehabilitación.

Otros grupos armados, en especial las «fuerzas de defensa rural», anti-maoístas, y el Terai Janatantrik Mukti Morcha (TJMM), fueron responsables de abusos contra los derechos humanos, como homicidios ilegítimos y secuestros. En julio, el PCN-Maoísta declaró la «guerra» contra el TJMM, grupo escindido que propugnaba la libre determinación de la población madhesi de la región meridional de Terai. Al finalizar el año no se habían tomado medidas sistemáticas para desarmar a las fuerzas de defensa rural, que habían cobrado fuerza en 2005 con el apoyo de las fuerzas de seguridad.

Las fuerzas de seguridad fueron responsables de homicidios ilegítimos, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y reclusiones, además del uso generalizado de la tortura, incluida la violación, en el contexto de un conflicto que había comenzado diez años atrás. El ejército lanzó a menudo ataques indiscriminados o desproporcionados en sus enfrentamientos con el PCN-Maoísta, lo que causó la muerte de civiles y daños a viviendas, escuelas y otros elementos civiles.

A lo largo de 2005 y comienzos de 2006, el rey hizo un uso cada vez mayor de las fuerzas de seguridad para controlar a la oposición política pacífica. La Policía de Nepal, la Policía Armada, y el Real Ejército de Nepal (que en mayo pasó a llamarse Ejército de Nepal) fueron desplegados para sofocar las manifestaciones pacíficas que se celebraron a comienzos de 2006; según las investigaciones de la OACNUDH, todos ellos fueron responsables del uso de fuerza excesiva. La Policía de Nepal y la Policía Armada detuvieron arbitrariamente a miles de personas durante las manifestaciones.

Con el cese de hostilidades que se declaró en mayo, las violaciones de derechos humanos relacionadas con el conflicto finalizaron casi por completo. El proyecto de ley sobre el ejército que el Parlamento aprobó en septiembre contenía disposiciones destinadas a que el control del ejército estuviese en manos civiles, pero no se ocupaba del modo adecuado de las preocupaciones existentes con respecto a la jurisdicción para las violaciones de derechos humanos y del derecho humanitario cometidas por las fuerzas armadas.

Rendición de cuentas

Las medidas adoptadas para abordar las violaciones y los abusos cometidos en el pasado fueron insuficientes.

En mayo, el gobierno de la ASP creó una Comisión de Investigación presidida por un ex juez del Tribunal Supremo para investigar las violaciones de derechos humanos cometidas en el contexto de la represión del Movimiento Popular. La Comisión entregó su informe al gobierno de la ASP en noviembre, pero sus conclusiones no se hicieron públicas. Según los informes, la Comisión recomendó que se tomasen medidas contra más de 200 personas, entre las que se encontraban el rey Gyanendra, ministros principales y funcionarios de los servicios de seguridad. El gobierno de la ASP formó una comisión para analizar el informe.

A comienzos de junio, el Ministerio del Interior creó un Comité de Desapariciones unipersonal que no disponía de capacidad para investigar los cientos de casos de desapariciones forzadas que estaban sin resolver.

Las autoridades se mostraron reacias a seguir adelante con las investigaciones criminales sobre violaciones de derechos humanos cometidas en el pasado, ni siquiera cuando la OACNUDH y defensores locales de derechos humanos presentaron informes pormenorizados. Ni las fuerzas de seguridad ni el PCN-Maoísta tomaron medidas concretas para reforzar la rendición de cuentas por parte de sus integrantes.

Derechos de las mujeres

En general, la violencia contra las mujeres no se consideró una cuestión de derechos humanos. Muchos casos de violencia de género no se denunciaron, en parte por temor a sufrir represalias y debido a la escasez de refugios y otros servicios de apoyo. Las mujeres viudas y las solteras corrían especial peligro de ser víctimas de violencia y hostigamiento.

Muchas defensoras de los derechos humanos consideraban que la transición política ofrecía la posibilidad de garantizar una representación más equitativa en el gobierno y de presionar para que se realizaran reformas legales. Los profesionales de la abogacía consideraban que existían al menos 118 disposiciones discriminatorias en 54 leyes diferentes, incluida la Constitución de 1990.

Personas desplazadas internamente

Entre 100.000 y 250.000 personas quedaron desplazadas durante el conflicto. Tras el cese de hostilidades en mayo, algunos desplazados internos comenzaron a regresar a sus comunidades, pero la inquietud que existía con respecto a la seguridad impidió que se produjese un regreso a gran escala. A pesar de que ambas partes expresaron reiteradamente su compromiso de garantizar el regreso seguro de los desplazados internos, no se crearon políticas integrales para proporcionar la asistencia y la protección necesarias.

Personas refugiadas butanesas

Hacia finales de 2006 se dieron pasos encaminados a resolver la difícil situación de alrededor de 106.000 personas refugiadas butanesas que vivían en campos del sureste de Nepal tras haber sido expulsadas por la fuerza de Bután a comienzos de la década de los noventa. El gobierno de la ASP intentó reanudar las conversaciones con el gobierno de Bután, suspendidas desde 2003. En octubre, Estados Unidos ofreció reasentar a un máximo de 60.000 refugiados butaneses, y otros países manifestaron que ofrecerían reasentamiento. Según los informes, hubo división entre los refugiados con respecto a los ofrecimientos, ya que algunas personas temían que aceptar el reasentamiento pondría fin a todas las esperanzas de repatriación a Bután y legitimaría la «limpieza étnica».

Informes y visitas de Amnistía Internacional

Visitas

• Delegaciones de Amnistía Internacional visitaron Nepal en febrero, marzo y diciembre.

Palabras clave : Asia y Oceanía , Nepal , niños y niñas soldados , impunidad , personas refugiadas y solicitantes de asilo

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